El descubrimiento de las formas, volúmenes, líneas, colores, texturas, hace que el ejercicio artistico despierte mi interior la necesidad de exteriorizar todo lo que habita alli, en ese lugar en donde nadie en este mundo puede llegar, solo yo, en ese lugar de encuentro conmigo y mi creador. Explosión de sentimientos plasmados en lienzo, madera, bronce.